Vivimos hoy día una crisis terrible, que nos ha atacado ferozmente y ha hecho mella en distintos niveles de nuestro entorno, ha tenido repercusión en lo social, en lo cultural, en lo económico, en lo político, entre otros. Esto ocurre no solo en nuestra nación si no que se ha generalizado mundialmente, esta crisis consiste en la pérdida de los Valores Morales más elementales de la sociedad. Hemos visto como de manera paulatina pero sistemática se ha perdido el respeto a la vida, nuestro bien más preciado, vemos con asombro aún, como la delincuencia le quita la vida a cualquier ciudadano para despojarlos de los objetos más absurdos, un par de zapatos, un teléfono celular o cualquier otra nimiedad. La apatía por el dolor ajeno se ha vuelto, literalmente, ajeno a nuestros sentimientos, tal vez porque ese tipo de situación se ha vuelto lugar común en nuestra sociedad, no hay cosa más perniciosa para el ser humano que acostumbrarse a lo malo o adaptarse a lo negativo, puesto que no verá imperioso salir de tan nefasta situación. Miramos ya familiarmente la falta de honestidad en algunos individuos, otro de los valores morales extraviados, sobre todo en aquellos que tienen la responsabilidad de administrar los recursos del erario público. La falta de compromiso y vocación en algunos profesionales que hacen su trabajo solo por la quincena, apartando a un lado la vocación de servicio que todo profesional debe tener antes de iniciar sus estudios en la rama que escoja. El ser responsable con cualquier actividad que nos toque emprender ha dejado de ser importante, ya la responsabilidad la hemos dejado de lado, miramos esa cualidad como cosa de perdedores. Pasa lo mismo con el ser puntuales en los horarios fijados en nuestros sitios de trabajo, de reuniones con amigos o con nuestras familias, podría verse como algo trivial pero realizando esas pequeñas cosas nos hacemos grandes como ciudadanos civilizados. El respeto, la tolerancia, la honestidad, el trabajo, la lealtad y la responsabilidad o las faltas de todas ellas se inculcará en toda persona indefectiblemente en el seno familiar el cual les toque desarrollarse, de manera pues que en ello radica la importancia del núcleo familiar como eje primordial para el rescate de todos aquellos valores morales que en una hora menguada perdimos y que necesariamente debemos rescatar. La comunicación siempre debe existir entre los miembros del núcleo familiar, y que ésta sirva de orientación hacia lo positivo, hacia lo bueno y lo natural e inculcar el sentido progresista que todo individuo debe perseguir, se hace necesario la búsqueda de tiempo para nuestros hijos sin importar lo ocupados que estemos, pues allí estaría parte de la solución de la carencia de dichos valores. Por estas y otras tantas razones se vuelve necesario fomentar en nuestra cultura la importancia que representa el núcleo familiar en el desarrollo de los individuos en el marco de una sociedad verdaderamente civilizada, socavar de nuestras vidas toda conducta negativa que nos lleve a inclinarnos hacia aquellos anti valores que tanto daño le han hecho a nuestra sociedad, ese debe ser el norte fijado para poder convertirnos en una nación de verdaderos ciudadanos. Es innegable que el acierto en tener presente y actuar bajo una conducta donde rijan los valores morales mas imprescindibles, perfeccionaran a hombres y mujeres en cuanto a sus acciones, donde siempre tengan presente el bienestar para con sus iguales, sintiendo como propios los problemas ajenos, apoyando ideas positivas para nuestra nación sin importar la orientación política – ideológica que provenga, tan solo así, procediendo de esta suerte, jamás aquellos individuos de valores morales arraigados en su ser podrán errar el camino hacia la perfección que toda sociedad debe seguir para que en un momento dado pueda llamarse civilizada y pueda llegar alguna vez a ser una nación grande, verdaderamente libre e indudablemente justa.
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