Bienvenida

"Gracias por visitar este sitio, que tiene como único fin mostrarles algunas reflexiones plasmadas de la forma más equilibrada posible, para que de esa manera iniciemos la marcha en pro de una vida mejor, con mayores libertades erradicando toda sujeción que limite nuestras acciones como individuos..."
JJ
Celis

lunes, 2 de marzo de 2009

El Clamor de un Discípulo

Todo aquel qué, de alguna manera, emprendió un viaje fantástico cuya ruta lo conduciría hacia la verdad del “conocimiento”, hacia esa “materia prima” llamada “pensamiento”, hacia ese punto de equilibrio entre lo físico y lo espiritual llamado “conciencia”, ninguna aspiración lo eleva mas “llevándole de la mano” que el solo hecho de aprender, no tendrá en su mente ocupándole un espacio vital, nada absolutamente nada trivial o superficial, que lo haga “descender” de ese viaje sublime y etéreo como lo es, el viaje en búsqueda de la verdad. Pero como todo viaje tiene un camino y todo camino un final, todo aquel que haya iniciado ese viaje llegará al final de su camino, pero ese “final” representa solo el final de una etapa, puesto que es solo la calzada de una entrada, resguardada por ventura, por una fina y poderosa puerta, qué, una vez abierta el discípulo tendrá la oportunidad de otear una luz, una luz que sin la intensidad adecuada mas que útil podría llegar a ser perniciosa para aquél, ya que si llegase a ser una luz de mucha intensidad el alumno podría cegarse y en lugar de aprender ni siquiera podría dar un paso adelante puesto que nada puede ver, llegando incluso a frustrarse por la carencia de intensidad de su propia luz. Ahora bien si la intensidad de esa luz no tendría la suficiente fuerza tampoco sería de provecho puesto que el discípulo nada aprenderá, convirtiéndose sus apetitos de conocimiento en inapetencias por irreflexión. El discípulo clamará por una luz que lo guie cual lámpara, donde pueda dirigir el haz de luz a cualquier dirección ayudándole a dar pasos firmes y seguros en ese difícil trayecto llamado aprendizaje. En el ínterin de ese camino deberá estar consciente el diestro que simboliza esa “luz” que existirán tropiezos, excesos y carencias de tipo material pero ello no significa el descuido en la enseñanza dirigida al alumno. Démosle la importancia adecuada a todo recinto de reunión como lugar sagrado de nuestros encuentros, porque ese recinto es nuestro resguardo, como resguarda el nido del ave a su cría, o a la camada del coyote su cubil, dándole la justa medida en importancia llegaremos al equilibrio, cuando enseñamos lo importante que suele ser tanto el templo material como nuestro templo espiritual o etéreo. Ese templo interior cuya oscuridad fue vencida en su momento por esa “luz” hallada tras aquella gran puerta, no puede construirse sino por manos diestras capaces de elaborar un hermoso telar de sabiduría cuyos tejidos y formas se verán reflejados una vez enaltecido el conocimiento de aquel discípulo, cuyo camino guió suministrándole la suficiente luz para que hiciese su propio recorrido, sin menoscabo de la luz que el discípulo difundía hasta convertirla en una fuente de luz de justa intensidad para que le sirva de instrumento para su propia elevación tanto física como espiritualmente.

No hay comentarios: