“Cuan maravilloso y hermoso es, vivir entre hermanos…”. Todos y cada uno de nosotros hemos de conocer tan hermosas palabras que dan inicio a los cánticos de las subidas al templo de Jerusalén, también llamado Salmo 133. Estas precisas y a la vez tan dotadas palabras nos expresan sin duda alguna la esencia de nuestra orden, esencia que ha sido salvia que nos ha nutrido generación tras generación reconociéndola como principio fundamental y que todo iniciado debería reconocerla como forma de vida y no como actitud transitoria. “Vivir entre hermanos”, esas tres palabras cuyo contenido nos dan un mensaje aleccionador, debemos recibirlo como el árbol adusto que esta presto a recibir el rocío de la mañana para humedecer sus hojas y sus raíces, le gratifica a su vez el árbol a la naturaleza cuando éste engalana sus hojas de radiante verdor. Pues así como los arboles debemos nosotros mostrar nuestros mejores vestidos representados en nuestros mas puros pensamientos, en la humildad de nuestras palabras y en las virtudes de nuestras acciones, todo ello en conjunto con demostraciones de afecto, de amistad, de auténtica fraternidad y sobre todo de compañerismo, puesto que compañero es aquel que nos ayuda a sobrellevar las pesadas cargas tanto físicas como morales y espirituales que a veces llevamos encima. “Vivir entre hermanos”, tres palabras que para cualquier desprevenido no sugieren sino lugar común, mas de lo mismo o la clasificaría entre frases huecas o vacías, pero sucede un efecto contrario para los verdaderos iniciados, para estos esas tres palabras son dueñas de un hálito mágico que traspasa los limites de lo físico hasta posarse en la cima mas alta de lo etéreo e impalpable, puesto que saben realmente lo importante y necesario no solo de reconocer el significado de dicha frase sino de llevarla a cabo en la practica todos y cada uno de sus días. Entre hermanos hemos de vivir para poder encontrar de manera expedita la solución de tantos problemas que vienen agobiando a nuestra sociedad socavando sus cimientos convirtiendo anti valores en decadentes estilos de vida, nuestra posición no ha sido tan activa como en otros tiempos y esto se ha convertido, en detrimento de nuestra orden, en un mal signo que debemos empezar a erradicar “dejemos de ser tan pasivos”. “Cuan maravilloso y hermoso es, vivir entre hermanos…”. Si, vivir entre hermanos, sobre todo vivir entre hermanos y en libertad, libres carentes de toda coerción ideológica, filosófica, religiosa, libres de cadenas que nos arrastren a colocarnos vestiduras de determinado color, libres de ver enemigos donde no existen, libres de casar guerras con países vecinos de tradición amistosa y de hermandad, libres de toda privación que atente contra la autodeterminación del pensamiento del individuo, libres de escuchar lo que queramos escuchar, libres para ver lo que queramos ver, libres para expresarnos y opinar, defendamos pues la libertad para ser hombres libres auténticamente. Seamos fuente de inspiración para otros y vean en nuestra manera organizada de proceder nuevas alternativas en lo conductual, en lo filosófico y en lo material, poseemos el potencial necesario para desafiar cualquier obstáculo que pudiera presentarse en nuestro camino y salir airosos al final de la jornada.
Y recordemos siempre; Salud para seguir disfrutando con nuestros familiares, queridos hermanos y amigos, Fuerza para que soportemos las cargas entre si y Unión para dejar de ser tantos y convertirnos en uno solo.
Y recordemos siempre; Salud para seguir disfrutando con nuestros familiares, queridos hermanos y amigos, Fuerza para que soportemos las cargas entre si y Unión para dejar de ser tantos y convertirnos en uno solo.
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