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"Gracias por visitar este sitio, que tiene como único fin mostrarles algunas reflexiones plasmadas de la forma más equilibrada posible, para que de esa manera iniciemos la marcha en pro de una vida mejor, con mayores libertades erradicando toda sujeción que limite nuestras acciones como individuos..."
JJ
Celis

viernes, 2 de octubre de 2015

Consideraciones Masónicas

  Luego del acto iniciático e inmerso ya en ese universo de aprendizaje llamado masonería, debemos tener presente como marco referencial que no existe nada comparable en el mundo profano con el mundo masónico. Los mecanismos utilizados para la instrucción,  la visión observada desde el punto de vista masónico con respecto al mundo, al ambiente y los fenómenos que nos rodea donde se apela a la razón primero que a la pasión o a la entrega desmedida, donde se tiene  al individuo como recurso humano de importancia capital puesto que todo inicia allí en el ser humano ya que éste al tener conciencia de su existencia todo lo demás es añadidura. No existieron, ni existen instituciones de cualquier índole que dejen al criterio individual sus concepciones ni apreciaciones, sus visiones particulares sobre el existencialismo humano, ni sus creencias de tipo religioso o teológico, indefectiblemente siempre tomaran aquellas instituciones u organismos profanos  medidas coercitivas para inocular sus doctrinas en la mente o en la conciencia  de sus miembros, ya como masones sabemos lo pernicioso que suele ser eso, no dejar pensar al individuo lo convierte en un ser manipulable.

  Hemos obtenido enormes avances de tipo científico, industrial y tecnológico, si se quiere en corto plazo, existe una gran diferencia en la rutina diaria de la sociedad de los siglos XIX y XX, le han atribuido ese progreso a una serie de elementos risibles, descabellados y fuera de lugar, intencionados o no, ninguno de ellos es la verdadera razón de ese avance. Estudiemos un punto de partida esencial para entender lo verdadero, lo esencial, lo indicado, para que ese avance tuviera lugar y que hoy día aun lo vemos y disfrutamos. Ese punto de partida se llamó Laicismo, el Laicismo es una corriente de pensamiento o ideología que favorece la existencia de una sociedad organizada aconfesional, es decir donde las religiones no tenga inherencia en lo que tiene que ver con las leyes o políticas de Estado, téngase en cuenta las prácticas de la Iglesia Católica con respecto a la obligación que exigía y exige a sus feligreses de confesar sus pecados, solo comentare lo siguiente, el que maneja la información posee el control. Debemos entender la visión que se tenía de la religión o las religiones en el pasado y que hoy día algunas regiones del  mundo la siguen aplicando, ellas poseían el control de la ley, todo lo que estuviese fuera de ella se le denominó pecado, y con eso determinaron las ciencias, las artes y la cultura de naciones enteras, para otras tendencias religiosas se les llamó infieles a todos los que no practicaran sus costumbres y tradiciones religiosas, para aquellos y estos las leyes no determinaban su religión sino que la religión era quien determinaban las leyes, estar fuera de ese marco era herejía o infidelidad para con Dios.

  Una vez arraigada en la conciencia de algunos librepensadores en nuestro continente, entusiasmados con los acontecimientos ocurridos en Francia tiempo atrás a propósito de su revolución, con aquella  corriente de pensamiento basada en la Ilustración (entiéndase sabiduría o saber) cuyos principios se basaba en la razón, la igualdad y la libertad. Hablando de la razón esta es simplemente la aplicación previa ante toda acción de un examen concienzudo o consciente para la obtención de mejores resultados, la igualdad se refiere a la igualdad de oportunidades ante y para todos, la libertad referida es la libertad de pensamiento o libertad de conciencia, donde cada individuo es dueño de las cosas por las cuales creer e idealizar. Pero todas esas nuevas tendencias fueron y aun lo son, perniciosas para las religiones y afines a ella, tampoco es muy bien vista por partidarios a sistemas autocráticos donde prefieren una sociedad alienada, los sistemas netamente materialistas o empecinados solo en el consumo de la masa social y tenerlos solo como rebaño consumidor tampoco son adeptos a ellas. Si nos dedicamos a buscar cual sería la clave para no pertenecer a esa clase social antes referida, la de ser rebaños me refiero, solo encontramos qué, la clave es no engañar y no dejarnos engañar, que significa eso, algo simple, continuamente apelar a la verdad y que si no estamos frente a ella iniciaremos su búsqueda, si no entendemos algo debemos razonar para su explicación lógica aplicando los métodos técnicos y científicos que tengamos a la mano, no dejarlo todo a terceros donde solo nos brindaran parte de su verdad o la que a ellos les convenga.

  ¿Que nos brinda los preceptos masónicos?, en esta primera entrega de la serie “Consideraciones masónicas” que iremos mostrando paulatinamente, se advierte que para lograr ese nivel esperado de conciencia elevada, lo lograremos con la práctica de la observación perspicaz, alcanzada solo con lo que llamamos el silencio útil,  éste se refiere al pensamiento analítico, meticuloso, agudo y equilibrado. Y esto ¿para qué?, para controlar los aspectos impulsivos o apasionados, donde se espera que el Aprendiz actué bajo el dominio de la razón y aleje la intemperancia la cual nos somete la pasión, logrado esto último irán los Apr.: preparados para escalar un peldaño más en su vida masónica y si pone en práctica todo lo aprendido en la vida profana entonces estaría dando valor agregado  a nuestras enseñanzas y desde ese punto no podemos seguir diciendo que no tenemos participación ante la sociedad.

 Y recordemos siempre; Salud para seguir disfrutando con nuestros familiares, queridos hermanos y amigos, Fuerza para que soportemos las cargas entre si y Unión para dejar de ser tantos y convertirnos en uno solo

martes, 26 de mayo de 2015

El Vínculo que nos une al G.: A.: D.: U.:

El ser humano desde que tuvo conciencia de  la naturaleza que le rodeaba, por su magnificencia, concibió que debió ser creada  por un ser superior, un ente creador, y que por la perfecta armonía de la creación, sujeta a su análisis, sintió que tenía que rendirle, de la forma que fuere, tributo, algún tipo de pleitesía  u obediencia. En ese punto el hombre reconoció que no estaba solo, que existían cosas más allá de su entendimiento, y  todo aquel mundo que se desarrollaba en ese plano impalpable se lo adosó , hizo responsable o creador,  a ese ente que no tenía explicación posible y a su vez reconocía su existencia,  pero no su explicación lógica, y  lo llamo “Dios”.
Ante su complejidad el concepto etéreo de Dios no fue concebido de antemano, es decir los antiguos estaban convencidos de que era un ser real y que se encontraba en algún lugar específico, y al no poder encontrarlo habitando entre ellos aquí en la tierra, por descarte debía habitar sobre ellos, es decir en el cielo, un lugar por cierto inaccesible para todos. Pero quienes dedicaban tiempo para “pensar” esa suerte de cosas superiores que por cierto no eran muchos, más bien pocos, los otros se dedicaban a otras tareas más bien materiales, como cultivar la tierra unos, pastoreo de rebaños otros, algunos se dedicaban al cuidado de la tribu de las asechanzas de enemigos o de animales salvajes, aquellos pocos que dedicaban sus vidas al resguardo del patrimonio de lo sagrado empezaron a llamarlos sacerdotes o “Cohen”  como se les denominan en el Volumen de la Ley Sagrada  que etimológicamente hablando significa  “mediador entre el hombre y Dios”, de allí el génesis de la mayoría de las entidades religiosas conocidas por el hombre hoy día.
¿Pero realmente necesitamos mediadores para comunicarnos con ese ente creador?, cuando descubrimos que dentro de  nuestro cuerpo físico, una vez alimentado con ese elixir vital llamado “misterio” entendiéndose esta última como “conocimiento” una vez que se logra digerir se transforma en aquello que solemos llamar  “sabiduría”, al final de ese proceso digestivo alcanzamos revelar que nuestro ser interior realmente es un templo, etéreo por cierto, sin dejar de ser tan real y verdadero como nosotros mismos.
El ser humano desde la perspectiva del mundo físico o material, posee características muy limitadas en comparación con el resto de los seres vivos, su alcance visual es limitado, su fuerza física no supera la carga del doble o triple de su peso corporal, su potencia auditiva es una de las menos desarrolladas en comparación con el resto de los seres del reino animal, y un largo etc. Pero tiene en su haber un elemento que le ha permitido dominar al planeta por siglos, y ese elemento es  la capacidad de razonar, o lo que comúnmente llamamos raciocinio, esto ocurre, ya por todos conocido, en nuestro cerebro, no voy a entrar en detalle cuando se descubrió, puesto que en la antigüedad creían que todo ello ocurría en otras partes del cuerpo. Pero la capacidad de razonar debía ejercitarse para lograr activarse, debía tener lugar en nuestra mente una serie de “análisis” para llevar a ejecución cualquier acción, para poder lograrlo, por supuesto el hombre de la edad temprana, desconocía el concepto, solo lo hacían, como aquel que busca saciar su sed con agua, desconoce totalmente que reacciones físicas y químicas ocurren en su organismo, él solo sabe que el agua calma su sed.
El discernimiento o el raciocinio que aplica la especie humana le permite reconocer su propia existencia, característica propia y exclusiva de nuestro género, además de separarnos del resto de los seres del reino animal, este discernimiento llamado también inteligencia, tiene cabida en nuestra mente, gracias a las características especiales de nuestro cerebro, explicar cómo logró la naturaleza habilitar al cerebro humano con esas características especiales, se vuelve un tanto cuesta arriba y asegurar que fue logrado por algún hecho fortuito o casual, seria aventurero y pecariamos de grotesco, además de especulativo desde mi punto de vista, aquí lo meramente de interés es que el ser humano posee, por llamarlo de alguna manera, el don del raciocinio.
Toda acción que tiene lugar en nuestro cerebro o en nuestra mente, lo llamamos eventualmente, pensamiento, esa es la forma genérica para denominar toda actividad cerebral cuyo enfoque sea dirigido indistintamente al tipo analítico o de discernimiento, recreativo, es decir ocupar el pensar en cosas triviales, evocaciones del pasado o recordar el pasado, la comunicación que generalmente realizamos con ese ente creador llamado dios y solemos llamarlo orar u oración también ocurre cuando activamos ese don. A toda esa actividad le llamamos repito pensamiento, de manera qué, pudiéramos deducir que, siendo tan importante para el ser humano esa característica tan definida como el pensamiento, ¿realmente esa no será la semejanza con Él? Nadie quizás logre respondernos esa pregunta, al menos en este plano, pero el pensamiento ninguno negará la importancia del papel que juega en nosotros los seres humanos y que todo ocurrió allí en ese “lugar” llamado cerebro y es allí donde se activa ese canal de comunicación llamado pensamiento que nos acerca o nos aleja según nuestro enfoque, hacia la “oscuridad” cuando dirigimos nuestros esfuerzos hacia lo negativo, o, por el contrario si nos animamos hacia la “luz” o lo constructivo podemos estar seguros de que estamos bien conectados con la gracia de nuestro G.:A.: D.: U.:  y tratar en lo posible de tener pensamientos agradables llenos de optimismo hará que ese vínculo resulte la mejor opción para llevar una vida mucho más  equilibrada, mucho más sana, pero sobre todo mucho mas espiritual.          

Ese canal que nos vincula a nuestro creador nos ha permitido desde siempre conocer el papel importante que jugamos dentro de esta pequeña gran capsula llamada Tierra, nos permitió y aun nos lo permite, “enseñorearnos” con respecto a los otros seres vivos, puesto que gracias a nuestra inteligencia podemos “calificarnos de superiores”, empero, tanto como vernos de manera calificada y a raíz de esa calidad como entes superiores creernos que podemos ser dueños del planeta sería una forma errada de mirarnos a nosotros mismos, antes de calificarnos de superiores debemos cualificarnos como entidades superiores, es decir preguntarnos si poseemos las cualidades necesarias para ser entidades superiores, y, en la medida en que esa cualidad persista dentro del marco del reconocimiento de que toda acción producida por los “seres superiores” en la naturaleza indefectiblemente para bien o para mal repercutirá en nosotros tarde o temprano. Para finalizar, podemos eventualmente observar al mundo animal, ellos a pesar de su razón netamente instintiva, no deja de ofrecer un mundo de aprendizaje que pudiéramos aprovechar, puesto que cohabitan en perfecta armonía con el ambiente que le rodea y nosotros aun teniendo el don del pensamiento y  del raciocinio, es decir todo aquello que nos vincula a nuestro ente creador, seguimos con la eterna tarea de destruir nuestro único hogar, la Tierra.