“Donde existe Masonería hay
progreso”, se tuvo esa frase como máxima, como aforismo que abarcaba, vista con
sentido acucioso, un ancho horizonte esperanzador, puesto que entendida en su
esencia con ella se lograría eventualmente socavar los cimientos de la
ignorancia, el fanatismo y la superstición. Lo entendemos así, la masonería era
llevar luz, concibiendo esa luz como iluminación, conocimiento, búsqueda de la
verdad en todos sus sentidos y en todos sus ángulos, sin atropello a la
conciencia de ninguno de sus adeptos, entregando a cada uno las herramientas
que permite la enseñanza por medio de símbolos, donde cada interpretación es un
universo de ideas que van evolucionando y aportando en gran medida para su
propia evolución.
Que hermosa y noble empresa, aquella, la de
levantar columnas, cuan sublime y etérea es, ésta, la de iniciar los trabajos o labores en los
misterios del Arte Real. Dos aspectos, dos planos disimiles, elementos
dispares, uno físico, el templo, el recinto de nuestras reuniones, otro etéreo,
metafísico, la conciencia, el recinto de nuestras propias reflexiones. Tan
necesarias ambas, al levantar columnas damos luz verde para dar inicio a
reunirnos en Logia para discernir sobre los fenómenos que nos rodean, la vida y
la muerte, porque todo aquello que de alguna u otra manera nos envuelve, nos
sacude, nos incita a seguir adelante, lo que anhelamos, lo que nos preocupa, lo
que nos alegra, lo que nos divierte, lo que nos deprime, etc., podemos llamarlo
“la vida”, lo que se encuentre más allá, lo llamamos “muerte” y ésta también es
digna de estudio. En ese ínterin vamos construyendo, con el aprendizaje que
paulatinamente iremos adquiriendo, nuestro templo interno particular y en la
medida en que logremos cierto nivel de elevación ética, moral y espiritual
podríamos decir eventualmente que empezamos a dominar parte de los misterios
del Arte Real.
El trabajo masónico debe necesariamente
llevarnos por el camino de la rectitud, ser garantes del orden, buscar
incansablemente la armonía en todos sus sentidos, la perseverancia tenerla como
el medio hacia el triunfo, ser tolerantes para con todo aquello que no entendemos y no olvidemos la sal de la
vida esta no es sino la esperanza, sin ella nuestra vida no tuviese sentido. Existieron
en el pasado QQ.: HH.: que iniciaron un camino recto, fueron garantes de un
trabajo ordenado, buscaron laborar en armonía, fueron perseverantes, fueron
tolerantes y tuvieron la esperanza, el sueño de ver algún día al fin su templo
construido, y esto lo lograron ladrillo por ladrillo con la madre de todas las
virtudes, la paciencia, vieron al fin su logia con templo propio. Tal vez hubiese sonado como una utopía decir
aquel nueve de octubre de 1948, “vamos a trabajar en función de tener
nuestro propia sede, nuestro propio Templo”, algunos quizás hubiesen
pensado que eran solamente sueños posiblemente irrealizables, pero otros
estaban seguros de que el mundo que conocían le habían dado forma grandes
utopías, Cristo, Colón, Bolívar, solo por nombrar algunos, con sus sueños, con
sus anhelos, con sus utopías cambiaron el mundo o parte de él, Cristo con su “amaos los unos los otros”, Colón con su “la tierra no es plana”, Bolívar con su “no daré descanso a mi brazo ni reposo a mi
alma, hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder
español!". Hermosas utopías que luego se forjaron en legado que hoy
disfrutamos.
Un día 9 de octubre en el
año 1948 varios QQ.: HH.: fundaron lo que llamamos hoy nuestra logia, años más
tarde inauguraron lo que llamamos hoy nuestro Templo, en algún momento fueron dos utopías que se hicieron
dos realidades, nuestras realidades, que de alguna u otra manera han cambiado
nuestras vidas, sean convertido en fuentes cuyo elixir sabemos cada uno de
nosotros lo vital que suele ser para nuestro espíritu, para nuestra conciencia,
para nuestra condición humana, esto nos dice que nuestras acciones deben estar
dirigidas o trabajar en función de que almas nobles en el futuro también logren
colmar su sed en esa fuente y liben del exquisito licor de la razón. Debemos estar al pendiente que nos han dejado
un legado, hagámonos merecedores de ese legado trabajando en función de dejarle
a otros el mismo legado por los años de los años.
¡Que así sea!
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